CARLOS LEÓN
Danaë

Las pinturas que viene realizando Carlos León en fechas recientes se reúnen bajo el título “Danaë” y tienen una relevancia inusitada por varios motivos, muchos formales, otros narrativos o conceptuales y otros simbólicos. Empecemos por éstos últimos, pues con esta serie León se inscribe en una tradición de artistas pintores que, ya veteranos, sufren la afortunada sacudida de una luz insospechada, fruto, a buen seguro, de la experiencia de toda una vida en la pintura y del saber vertido en la mirada. Hay ejemplos muy conocidos en los manuales (Matisse, De Kooning…) pero verlo tan cerca y de una manera tan rotunda en esta serie última nos invita a señalarlo y apuntala nuestro deseo de exhibirlo.
El mito de Danaë es bien conocido. Recordemos la historia: “No tendrás hijos. Tu nieto te matará”, le dijo el oráculo a Acristio, quien, desesperado por tener solo una hija, Danaë, pidió tener un varón. Ante tan rotunda respuesta, Acristio encerró a Danaë en un calabozo con puertas de bronce, pero Zeus burló su empeño y, convertido en lluvia dorada, poseyó a Danaë y engendró a Perseo. Lo que sigue queda fuera de plano para lo que nos atañe, pero, sí, Perseo mató a su abuelo, si bien parece que lo hizo sin querer.
Este pretexto narrativo en el que viene trabajando Carlos León ha sido ampliamente tratado por artistas de diferentes épocas. De Tiziano, Rembrandt o Artemisia Gentilleschi son algunas de las versiones más célebres. En sus cuadros, León se acerca al mito de forma casi literal, tal es el estallido de luz que, en este caso, depara el encuentro del óleo y la madera -evocador del encuentro entre los protagonistas del relato mítico-, material, este último, no del todo habitual en la práctica del artista.